Normalmente no suelo creer que un día de
buena o mala suerte, creo que es algo que cada quién atrae con su actitud pero
dicha creencia me falló éste viernes.
Para empezar y pese a que la noche
anterior me dormí más temprano de lo usual me quedé dormida y desperté con
mucho sueño, haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad me levanté, arreglé
y desayuné para salir a trabajar, el metro estaba lentísimo, como pocas veces y
aunado a lo anterior generó un retraso como de 40 minutos de mi hora de
entrada, “como sea” pensé y me puse a trabajar en los pendientes, total que organizando
la mañana pude ir a comer (con demasiada hambre por cierto) a una hora decente,
para consentirnos un poco las chicas y yo decidimos comer sushi, la comida
tardo demasiado en ser preparada y cuando llegó a la mesa ya casi terminaba
nuestro tiempo para comer, así que comimos súper rápido (algo bien raro en mi).
El viernes también fue cumpleaños de
alguien del área y como mi jefe me encomendó la gran misión (sí, claro) de
adornar los lugares de los cumpleañeros con globos me puse a inflar unos
cuantos y acomodarlos en su lugar, para que cuando regresara de comer el fulano
viera que su cumpleaños no fue olvidado y ¡oh sorpresa! Parece que al tipo no
le agradó porque acomodó los globos como se le dio la gana, o sea, ni medio
desmayarme inflando 5 globitos le bastó como para dejar mi simple adorno en
paz, pero bueno, me dije.
Al continuar la tarde me puse a terminar
pendientes para poder salir a las 6 de trabajar y disfrutar el viernes (y
puente) en casita cuando ¡Tómala! Que mandan más cosas antecito de las 6, entro
ello y algún pendiente surgido por la amenaza de huracán en Tampico (en ese
momento sólo era mera amenaza) termine saliendo a las 8 de la noche “bueno, ya
voy a casa” me dije muy molesta y me dirigí al metro, lugar donde me encontré a
un compañero que se puso a bromear (como si para ese momento tuviera ánimo de
bromear) y al ver mi cara molesta y una respuesta de mala gana se alejó, a lo
cual yo me dije “pues me vale si se enoja, ni sé cómo se llama” xD
El metro estuvo bien salvo los
vendedores ambulantes que no me dejaron dormir y una tipa con voz de pito que
no dejaba de hablar, al salir al lugar donde pasarían por mí para llegar a casa
el horror de horrores y tan típico en ésta ciudad: congestionamiento vial.
Tarde algo más de 2 horas para llegar a casa en ese “pequeño” tramo de usuales 30
minutos.
Para cerrar con broche de oro el tipo al
que supuestamente vería el día de ayer estaba “desaparecido”, o sea, no se
conectó para ponernos de acuerdo a pesar de que, aparentemente, él parecía más
interesado en verme que yo a él (preguntó 4 de 5 días si nos veríamos) por lo
que me molesté con él y me dije “ahora pasaré todo el sábado rascándome el
ombligo y le diré que estaré ocupada para no verlo” y pues… básicamente esto
hice jajajaja
Bonita semana mis queridos lectores
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